¿Cuál es nuestro deber cuando nos vemos frente a frente con el
mal? ¿Cuándo está justificado ver personas inocentes en peligro y
darles la espalda? En difíciles tiempos para la humanidad, el sacerdote Hugh O'Flaherty esconde un algo que muchos saben pero nadie comenta. Basado en hechos reales, The Scarlet and The Black cuenta cómo un hombre usó su ingenio, valor y sentido de la moral para proteger a aquellos que sufrían a causa de La Segunda Guerra Mundial. Si el film La Lista de Schindler les inspiró, éste logrará de manera contudente el mismo efecto.
En el año 1943, Roma es ocupada por las tropas alemanas. Un conocido coronel de la SS (Compañía de Defensa) llamado Hebert Kappler (Christopher Plummer) ha sido nombrado recientemente como jefe de la Gestapo (Policía Secreta Oficial Nazi) en dicha ciudad con la misión de acabar con las actividades de la Resistencia, ya sea capturando a detractores o todos aquellos que comprometen la seguridad del estado.
Por otra parte tenemos a Monseñor Hugh O'Flaherty (Gregory Peck) quien trabaja para el Vaticano y dedica su tiempo completo a ocultar soldados aliados que huyen de la guerra y familiares de la Resistencia en la capital italiana. Los rumores sobre las actividades del sacerdote circulan rápidamente y Kappler comienza a investigarle. Recibiendo secretamente el apoyo de un grupo de ciudadanos (entre ellos un coronel británico, dos sacerdotes, un embajador británico y otros), mantienen a más de 3000 personas ocultas.
Kappler comienza a tomar medidas para detener las actividades de O'Flaherty y presionar a otros: obligó a los judios de Roma a que le pagaran con 50 Kgs de oro a cambio de "no ser molestados" por la Gestapo, colocaron controles militares en gran cantidad de calles para corroborar la nacionalidad de la gente circundante e incluso detenían trenes para lo mismo, ingresaban a las viviendas donde se ocultaban los perseguidos con la intención de llevárselos, etc. Pero de una u otra forma el sacerdote se las ingeniaba para escapar de las garras del macabro asesino Kappler, aunque éste no dudará en asesinar a todo aquel que se interpusiese en su camino.
La inmunidad diplomática del sacerdote (por pertenecer al Vaticano, considerado Estado Neutral) le ayuda a poder hacer aparición en varios sitios para contactar a sus benefactores pero ¿qué pasará ahora que su cabeza tiene precio y no puede salir del Vaticano o de lo contrario será asesinado?
Esta película producida para la televisión resultó tener un valor tan significativo y toda la apariencia para poder compararla con cualquier film hecho para la gran pantalla. La calidad artística, la banda sonora, los escenarios, la historia y todos los detalles puestos en ella le hacen de una excelente producción. Gregory Peck y Christopher Plummer, dos actores de gran calibre, realizaron grandiosas interpretaciones llevando el duelo entre ambos a niveles que con solo ver sus dos personajes uno frente al otro, la tensión comienza a fluir a través del cuerpo del espectador. A pesar de durar casi dos horas y media, la fluidez con que se desarrollan los acontecimientos producen que en ningún momento se aburran. También está basada en La Pimpinela Escarlata del Vaticano, novela publicada en 1967 por J. P. Gallagher.
Hablando más sobre la historia en sí, Escarlata y Negro retrata la difícil situación del Papa y toda la Iglesia Católica ante la barbarie Nazi. En 1937, el papa Pío XI publicó una condena hacia Nazismo, cosa que tomó Hitler como excusa para reprimir a todos los pertenecientes a la religión y los que se oponían a su régimen dictatorial. El siguiente Papa (Pío XII) mantenía la misma opinión pero optó por ayudar a los refugiados y perseguidos de otras religiones para sobrevivir. El momento que expone la película resulta el más asfixiante de ésta situación.
En mi opinión es un film de culto que al igual que películas como La Lista de Schindler, trae un mensaje esperanzador que hace renovar la fe en la humanidad (la cual muchos pierden día a día). Si disfrutaron de la otra gran producción, lo harán de igual forma con éste. Recomendadísimo para todos, indiferentemente su credo.
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